lunes, 23 de noviembre de 2009

La convivencia de hoy, no es la misma de ayer

Por: Heidy Juliette Lotero 8B.J.M.
Integrante Club de Periodistas

Todo ha cambiado con el tiempo: el modo de convivir en nuestra ciudad, nuestro barrio, nuestra casa y el más importante, nuestro colegio. Si nos damos cuenta, de este lugar tan lindo es que salen personas muy bien formadas, como lo somos nosotros; todo gracias a los maestros que nos dedican su tiempo y paciencia.
Generalmente no miramos nuestros actos en el colegio, no sólo hablo del “Rodeo”, también me refiero a las demás instituciones. Evidentemente el diálogo, el respeto, la decencia entre otros, son los que permiten tener una convivencia ejemplar. Lástima que los valores cada día se practican menos.
En el tiempo de nuestros padres y abuelos, la grosería y la irresponsabilidad poco se manifestaban. Por ejemplo en los colegios de esa época no se permitía el irrespeto, uno de los factores esenciales para la sana convivencia y por supuesto para formar buenos hábitos.
Si nos damos cuenta, cuando se pregunta a los adultos ¿qué recuerdan de su infancia?, lo primero que se les viene a la cabeza es la vida del colegio, porque a veces los castigaban muy fuertemente. Pienso que esta no era la forma de corregir; sin embargo, a pesar de esto, la mayoría de aquellos adultos han sido personas de bien. Por el contrario, ahora siento que hay que tomar medidas que permitan ver resultados, aunque no tan estrictas como antes, lo importante es no dejar que esta situación continúe y empeore.
Por otro lado, la juventud del ayer no era tan rebelde e incoherente como la de hoy, que en vez de cambiar para bien, se está fortaleciendo negativamente.
También, quiero expresar en este escrito que la vida de los estudiantes actuales, se está convirtiendo en un juego de dependencia, es decir, su autonomía y autoestima, cada vez está más debilitada, porque al estar bien con una persona que los hace vivir satisfactoriamente por un momento, se sienten genial, pero al momento de estar solos se sienten impotentes, vacíos, cobardes y no le ven gracia ni sentido a la vida. En resumen, empiezan a verle problema a todo y ahí es cuando se empieza a manifestar una de las causas de la mala convivencia, que es lo que se está sintiendo en estos momentos.
Hay jóvenes que ven y analizan estos comportamientos, pero prefieren guardar silencio por el famoso dicho “no quiero a nadie en contra mía, pues si digo algo, seré un amargado, un chismoso”, pero por favor, sería bueno caer en cuenta que la sana convivencia entre las personas es muy importante, fundamentalmente la excelente y buena forma de vivir, compartir, disfrutar y gozar al máximo.

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